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42) Ordenando a nuestra alma a obedecer a Dios

SERIE “ANDAR CON DIOS”

Parte 6: “La Bendición de la Obediencia”

Semana 42: “Ordenando a nuestra alma a obedecer a Dios”

Oseas 2:14-15: “Por tanto, he aquí, la seduciré y la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón. Le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor (turbación) por puerta de esperanza. Y allí cantará como en los días de su juventud, como el día que subió de la tierra de Egipto”.

 

Introducción:

Aunque conocemos el camino del Señor hay  momentos en los que se nos hace difícil seguir a Jesús y en otros hasta parece casi imposible. Hay una canción muy conocida que dice así: “Te daré lo mejor de mi vida, te daré lo mejor cada día. Será mucho más que una canción: mi obediencia es mi mejor adoración”. Aunque lo cantemos con toda convicción no significa que lo hagamos,  muchas veces nos damos cuenta que no llegamos a experimentar lo dice la letra y lo vemos realmente difícil, será para otro?, pensamos…

 

Desarrollo:

Un testimonio, cuando recurrimos el Señor y recibimos Su victoria, es un motivo de reflexión y edificación para los creyentes, así me sucedió al escuchar de otros, por esa razón hoy quiero compartirles el mío, que fue una vivencia personal relacionada con este asunto, también relacionado  con lo que vimos en el devocional anterior (41) sobre la necesidad de sanar la voluntad para poder obedecer a Dios.

“Hace un par de años atrás pasé por una situación en la que mi alma, mi cuerpo y mi ser se sentían vacíos, secos, y no tenía ninguna motivación para seguir con mi vida. El único momento en el que me sentía bien era a  la noche, al irme a dormir. Recuerdo que al despertarme en la mañana decía “ya paso”, pero ese malestar y esa angustia volvían, y así fue por un tiempo. A mí me pareció una eternidad. Mi búsqueda de Dios se había hecho una rutina. Iba a la iglesia y parecía que Dios estaba callado. Cuando pasamos este tipo de situación, nos parece que ni siquiera la familia, ni los hermanos de la iglesia que están a nuestro lado, nos entienden. Pero sí sabía, y era por experiencias de otros, predicaciones que había escuchado y principalmente esa vocecita dentro mío que sabemos es el Espíritu Santo,  me decía que debía perseverar y no dejarme vencer por lo que sentía. Debía ordenarme a mi misma continuar en la búsqueda de Dios, no dejando de congregarme, orar, leer la Biblia. Aunque no veía ni sentía nada, esa era la única salida y la tomé. Dios me respondió, me restauró y ahora puedo, no solo gozarme en Él, sino compartirlo con otros”.

Estas crisis nos llevan a vivir algo especial entre Dios y nosotros, y nadie más. Es como si Dios nos llevara al desierto para hablar a nuestro corazón, como solo Él lo sabe hacer. Cuando escuchamos con atención a Él, nuestro espíritu revive y puede ordenarle al alma “espera alma mía en Jehová” porque El es para siempre Fiel. Esta es una decisión personal y consiste en rendirnos ante su amor y santidad. Es tomar lo que nos ofrece y gozarnos en ello. Seguimos esperando en el Señor, en sus promesas (Salmo 25) y al tiempo viene la victoria y nos llena de su Espíritu. Entonces llega el fruto. Nuestra confusión se torna en esperanza y cantamos como en nuestros mejores días. En medio de las crisis, que vendrán, tomemos autoridad y digamos a nuestra alma “alma mía, obedece al Señor, alábale, bendice su Santo nombre” y muchas otras expresiones más en ese sentido, porque esa es la voluntad del Padre.

Aplicación:

Señor Jesús en tiempos de desiertos quiero buscarte más que nunca. Te entrego mi corazón para que le hables y lo lleves a esa intimidad que estás esperando que tenga con vos.  Recibí mi obediencia como el mejor regalo que te pueda dar cada día. Amén.

 

Editado y producido por la Iglesia Evangélica Bautista El Rey Jesús.

 
 

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